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Mostrando entradas de mayo, 2020

Perdidos en el tiempo

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    Se han preguntado alguna vez, a dónde van a parar todos esos elementos que han perdido su función a causa de la modernidad. Con el nacimiento de e-mail, los buzones que siguen instalados fuera de nuestras casas o apartamentos, han perdido su valioso oficio. Inmersos en su profunda tristeza, sus hambrientos contenidos no logran satisfacerse con los escasos restos de publicidad callejera y los periódicos sobres que contienen cuentas de cobro y recibos de empresas desalmadas… ¿podría ser mayor su desgracia?. Dichos buzones ahora no son más que recuerdos, cuando en otras épocas inmemoriales solían ser quienes resguardaban todos los sucesos importantes de la vida y/o las noticias apremiantes de alguien más; por eso debían ser cerrados con celo bajo llave, para que nadie más robara aquella información.      Ahora, ¿dónde se encuentran entonces aquellas llaves? Dichas llaves también han sido víctimas del olvido y quizás ahora que han perdido su oficio se encuentran en algún llavero viejo,

Regreso

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    Abro los ojos ante la posibilidad de descubrir que aún sigo vivo… un día más o quizás un día menos, todo depende siempre de cómo has visto el vaso.      La luz invade sin cobardía la oscuridad del cuarto, un rayo cada vez más cálido me vela la retina, blanqueando limpiamente mi memoria, tomando gradualmente el sueño que en ella se transmitía; ya no tiene sentido reconocer todo lo que pudo ser, sólo que ella era quien sostenía la realidad sobre su palma.      De manera Kafkiana mi cuerpo muta, mientras sudan las paredes alaridos de razón, pierdo las extremidades que ahora son huesos arqueados y tejidos blandos; emanan de mí a quemarropa plumas que se abren camino por los poros de esta nueva piel, el balbuceo de las pocas palabras que permiten asombro es callado por el dolor de sentir mis labios transformándose en un corto y rígido pico. Siento la necesidad fortuita de la libertad, delego al sentido común tan poca importancia que ahora vivo; entre mi ropa yace una especie sin nom

La Masa

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    Al que madruga Dios le ayuda… y bien sabido es que cada mañana trae su afán; sin embargo, extraño los calmados días de la infancia en que despertaba con los delicados e intrusivos aromas que vilmente invadían mi habitación hasta hacerme perder el sueño y la calma.      Gracias a nuestra famosa idiosincrasia antioqueña, podemos asegurar que como “cultura” tenemos un sin número de costumbres bien arraigadas en nuestros seres, y que ni la diversa gastronomía colombiana ha logrado escapar de ellas. La arepa, la cual data en nuestro continente hace más de 3.000 años aproximadamente; ha sido aquel elemento de la cocina paisa que nunca ha faltado en la mesa (ni mucho menos en las calles), ya que su sabor neutro ha permitido crear una amalgama de sabores a partir de la gran cantidad de combinaciones posibles con otros alimentos… aunque usted y yo bien sabemos que la reina de todas estas mezclas siempre será la humilde mantequilla y nuestro bien ponderado quesito campesino.      “Aquel

Anhelo

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    No ha sido breve el frío espacio que nos ha separado desde la última visita; cuatro estaciones con el mismo color, días sin amanecer, albas sin placer. La hierba húmeda refresca todo el lugar, el meridiano momento, pero no las ansias. Llego a primera hora del día, con la luz naciente a mis espaldas y todas las sombras huyendo de su calor. Un par de metros bajo mis pies, cientos de kilos de tierra me separan de ella, de lo que alguna vez amé. Apoyo con delicadeza sobre su lápida algunos de sus dulces favoritos y el último ramo ya viejo y seco encontrado en el supermercado; compuesto sólo de flores blancas… ella lo disfrutaba así. En vida era obligación darle un ramo con varias clases de especies, pero ahora no podría notar ni el color de las mismas; ella disfrutaba el embriagante aroma desprendido de aquel simple regalo, yo disfrutaba verla sonreír.      Cuento unas pocas historias que mal recuerdo de las últimas semanas, falseo los finales para verme como el héroe que siempre he