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Encierro

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       Y un día llegó hasta mi puerta, trayendo el golpe seco de la calle que impregna de arena y cal. Tocó dos veces, para que toda la incertidumbre se sirviera de silencio en el último instante en que se detuvo. Observé por el ojillo las marcas de su cara gastada, de la mugre en su traje, de aquel crucifijo descurtido de oro golfi barato.      Su voz se pronunció contra mi desacato. Se escuchó el  tercer golpe, el que no debió llegar nunca. Dispuse un tapete de periódicos viejos, llenos de falsas noticias y tragedias mundiales que sus zapatos supieron leer. Señaló su garganta seca de tiempo, como si la arena invadiera su estómago y sus pulmones.        Tomó asiento en mi sillón favorito, desde la cocina escuche aquellos resortes viejos. Traje un vaso a medio lavar con un poco de agua fresca, la mejor selección de la lluvia ácida filtrada que corre bajo nuestras cañerías. Supo agradecer con melancolía. Él seguía atento, y sus órbitas observaban todo el lugar, en el cual yo me enco

Cuántas y tantas veces

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No es la primera vez... que para llegar a ti, uso de transporte esa falda vieja, pero es la última vez... que sueño con el mar angosto de tus labios secos.   Ha sido allí, entre copas y canciones, entre rezos y facciones, donde entendí que yo, moría un par de veces, tras el cristal de tus ojos azules. Para no callar sin rumbo alguno, perdiendo el premio de llegada, de dormir una última noche, entre tus dedos anidados de pasados.   Todos los besos usados, que renacen en tus manos, que para no ser escasos, los llevas en tu cama, envueltos de retazos. No ha sido extraño, que para soñar contigo, la razón embriago, con aquel sazón de tus mejillas, pues siendo hoy sincero, es la última vez, que vivo de revés anclándome a tus pasos.   En esta calle rota, de balcones grises, color de derrota con ventanas entre abiertas, de rumores ciegos y cantos de paloma. Entre las fachadas, de retrato vanguardista y esquina perdida, donde te besaba cada hora, bajo lluvi

Miscelánea

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       Contamos con grandes recuerdos de cuando éramos niños; las travesuras, los juegos, los dulces y algunos otros momentos especiales que marcaron nuestra infancia. Hoy hablaremos de momentos y recuerdos felices, de calles ruidosas y fechas especiales, de pequeños presentes y de porcelanas color blanco coral que adornan nuestras salas.      En cada barrio, construido de cuadras largas con casas antiguas, en donde el rebusque ha sido fundamental para alimentar la economía del sector, es característico encontrar una gran variedad de locales que no llegan a tener ánimos de grandes zonas comerciales; pero que en cambio, son pequeños garajes adecuados, o salas modificadas tras ventanas, colmadas de estanterías y mostradores que son poblados por alimentos, ropa, juguetes y otros elementos que van rotando quincenalmente al ser comprados de contado o bajo el famoso crédito sin fiador, que es pactado honoríficamente en cuadernos escolares viejos, que no muestran ningún orden y mucho menos

Blanca sal

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Tomo los fragmentos de arena de aquel castillo que el viento había golpeado con su pasión, decidiendo que el tiempo es relativo cuando en el horizonte todo es resguardo. Entre la blanca sal y unas cuantas palabras, escojo entender que lo pasado no es más que una ola de mar… Una ola de mar que va y viene, que viene y va; que te arrastra contra la marea del recuerdo y te sumerge con furia en un rezago de espuma pasajera.   Tomo un bote, que no es más que mis historias, el norte ya no hace parte de las opciones, pues la deriva ha negociado el rumbo. Conservo la forma de las nubes que cruzan el panorama, aquella última y deforme porción de algodón dulce no es más que todo lo que he vivido. Surco entre promesas alejadas de percepciones, y en medio del todo oceánico, abrazo el ancla. Danzan frente a mí corales extrañados por la presencia de una forma material que no se reconoce, que sólo busca un lugar cálido donde tocar fondo.

El Sueño

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       El frío de la habitación de manera tajante atravesaba las ranuras entre los vidrios de la ventana, golpeando el lugar de manera pesada e insistente. El invierno que azota la temporada actual del año, ya se ha cobrado varias vidas en el sector y los cuerpos comienzan a amontonarse tras las paredes de las casas; colgando en los muros los recuerdos de quienes eran, de lo que fueron y de su absurdo adiós.      Las preocupaciones no dejan de rondar mi cabeza, el aislamiento a causa de éste nuevo virus ha detenido la economía, cientos de personas han perdido su trabajo y yo… yo no he sido ajeno a ello.        En los últimos días el insomnio aumenta vertiginosamente, al igual que el número de noches sin dormir y la exagerada cantidad de remedios caseros usados contra la falta de sueño. Los días grises y sin oficio, garantizan mi mal estado de ánimo y la cama, aquel lugar de descanso, es ahora un altar de rituales para tratar de dormir.        La pasada noche le soñé. Estaba all

Vuelvo al sur

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Vuelvo al sur, tras abandonar tu norte, vuelvo a esos momentos tuyos de viajes y derroches, disimulados en las caricias, de las historias secas ya pasadas, donde cada día sellé promesas rotas con salados sabores de derrotas... que ahora dejaron tragos rotos, mares olvidados y llantos naufragados. Vuelvo a esta corta vida, que ya no era mía, sino de ese beso que mi ropa mancharía, de los sueños ciegos e insomnios cobardes que no robaron más que nuestras noches... antes gobernadas con tal fiel dictadura, dando esta persecución política que aún perdura que terminaba en nosotros exiliados, frente a tus ojos, en atardeceres robados. Regreso al sur, tras del orgullo viejo derrotado, que observa tus ausencias tan petrificado, tras el contoneo de tus sagradas piernas y de mi habitación de sábanas agrietadas, que ahora destilan en aceites tus aromas y el de cuerpos muertos en batallas... siendo tu bandera anclada en mi regazo bajo los cantos de tu enorme abrazo. Y es que tan

Síntoma de inhibición del sueño

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    Sentí que volaba bajo entre un cielo perplejo, como inmerso entre un cuadro vanguardista desleído. Gané altura para atravesar los picos de la penumbra, pero no pude evitar ser divisado por el horizonte. Floté entre basura y escombros celestes de todo el egoísmo de la humanidad, paradójicamente respiraba el polvo lunar, todo el vacío silente; sentí la gravedad atravesando mis ideas, comprimiendo mis pulm ones a su antojo. El peso del universo se afianzó a mis deseos reprimidos, descomponiendo trayectorias sin desenlace. Caminé de espaldas por la calle, mis piernas eran un par de metales que perforaban el asfalto, que removían la tierra. Mis ojos cayeron como cientos de semillas que brotaron de vegetación, cubriendo edificios, momificando personas. Desperté nuevamente en la habitación a oscuras. Escuchaba su rezo, repetía mi nombre. Traté de salir de allí, las llamas limpiaban mi andar desnudo; de repente sentí sus dedos enterrarse en mi cintura… escaló por mi espina dorsal, inhalaba